miércoles, 13 de octubre de 2010

Nordbrandt, dos poemas

China contemplada a través de un aguacero griego en un café turco .
.
La llovizna
cae en mi café
hasta que se enfría
y se sobra
hasta que se sobra
y se aclara
de forma que se hace visible
la imagen del fondo.

La imagen de un hombre
con barba larga
en China, delante de un pabellón chino
bajo la lluvia, una lluvia torrencial
que ha cuajado
en rayas
sobre la fachada azotada por el viento
y en la cara del hombre.

Debajo del café, la leche y el azúcar
que están a punto de separarse
bajo el gastado esmalte
los ojos parecen apagados
o vueltos hacia dentro
hacia China, en la porcelana de la taza
la taza que lentamente se vacía de café
y se llena de lluvia
lluvia clara. La lluvia de primavera
se pulveriza sobre la marquesina de la taberna
las fachadas del otro lado de la calle
semejan un gran
muro de porcelana muy gastado
cuyo resplandor atraviesa las hojas de la vid
hojas de vid que también están gastadas
como dentro de una taza. El chino

ve aparecer el sol a través de una hoja verde
que ha caído en la taza.

La taza cuyo contenido
ahora aparece completamente transparente.
.
.
Nuestro amor es como Bizancio

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Nuestro amor es como Bizancio
tuvo que haber sido
la última noche. Tuvo que haber habido
me imagino
un resplendor en los rostros
de los que se agolpaban en las calles
o formaban pequeños grupos
en las esquinas de las calles y en las plazas
hablando en voz baja,
un resplandor que tuvo que haberse parecido
al que tiene tu cara
cuando te echas el pelo hacia atrás
y me miras.
.
Me imagino que no hablarían
mucho y solo de cosas
bastante indiferentes,
que tratarían de hablar
y se detuvieron
sin haber llegado a decir
lo que querían
y lo intentaron de nuevo
y lo volvieron a dejar
y se miraron mutuamente
y bajaron la mirada.
.
Los íconos muy antiguos, por ejemplo
tienen el mismo resplandor
que el flamígero fulgor de una ciudad en llamas
o el brillo que la muerte inminente
deja en unas fotografías de muertos prematuros
en el recuerdo de los supervivientes.
.
Cuando me vuelvo hacia ti
en la cama, tengo la sensación
de entrar en una iglesia
que fue quemada
hace mucho tiempo
y donde solo ha quedado
la oscuridad en los ojos de los íconos
plenos de las llamas que los aniquilaron.

Henrik Nordbrandt (1945, Copenhague), de la antología Nuestro amor es como Bizancio. Traducción de Francisco J. Uriz, y de todos los títulos traducidos en España: El temblor de la mano en noviembre, Bassari ediciones, 2003. 84 poemas, Bassari ediciones, 2005. Armenia, Bassari ediciones. Nuestro amor es como Bizancio, antología poética, Lumen, 2004. Puentes de sueños, Visor, 2008. Nuestro amor es como Bizancio, Lumen, colección Debolsillo, 2010.

6 comentarios:

  1. Me gustaron mucho estos poemas. No los conocía. Gracias!

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  2. Gracias, Coto. Conocí su poesía cuando vino al Círculo, en el 2008. Besos.

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  3. llego a tu blog gracias a la recomendación de coto, y cómo se lo agradezco! muchos gustos en común en un blog austero, y precioso, no hace falta más que eso.
    ya hice el link junto a mis favoritos.
    un abrazo desde rosario.
    paula

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  4. Qué bueno recibir un abrazo desde Rosario, Paula. Gracias por estar entre los seguidores, sentís que se recrudece el diálogo. Un abrazo

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  5. Me aparecí en un café turco.. y era el café de mi tasa el que se transparentaba. Maravilloso! Gracias por éstos poemas. Leí una mención de tu blog en diarioregistrado.com y la primera impresión me produjo una sonrisa, por los colores, la simpleza, y la calidad sobre todo. Te sigo, adiós :)

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  6. Tomate otro café, turco, brasuka, guatemalteco o nigeriano, Challenger. Gracias!!

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